Amigo es una palabra muy grande, muy bella, muy del evangelio.
A veces llamamos amigos a gente conocida, a compañeros de trabajo, a cómplices
de diversión. Algunos lo son, la mayoría no. La amistad, como todo lo bueno y valioso
de la vida, es un regalo. Cuando nos hacemos regalo para los demás sembramos
amistad. Hay gotas de agua que riegan esta planta: la confianza, la
disponibilidad, el equilibrio, la aceptación, la discreción, la prudencia, la
generosidad. El amigo tampoco es el omnipresente, (hoy los jóvenes dirían "amigo
especial" o "mejor amigo"), sino el que, como la luna, sabe brillar y ocultarse
pero siempre está. No es de extrañar tener presente hoy esa frase tan repetida:
“Quien tiene un amigo tiene un tesoro”. Hoy quiero agradecer de corazón la
amistad de alguien que ha sido un verdadero tesoro, (y seguirá siéndolo), para
Madrid, para Cáritas, para la Iglesia y para nuestro mundo tan necesitado de
amigos, de regalos y de luz. He aprendido mucho, y espero seguir aprendiendo,
con rostros diferentes, haciendo camino, equivocándonos y acertando, pero
siempre enriqueciéndonos.
Esta es la diferencia: ser capaces de marcar la diferencia en
el ser y en el hacer. Por lo recorrido y lo que nos queda: ¡Gracias!
A Javier