domingo, 5 de diciembre de 2021

EN UN BANCO AL FONDO DE LA IGLESIA

 Cuando Jesús nació pensaba en José. Hasta hace unos días José vivía en la calle, rodeado de cartones, con su perrillo y su lata de cerveza. Ahora José comparte un pequeño piso. Por lo menos tiene un techo y una cama aunque soporta tremendas discusiones. Le gusta ayudar y, como dice él, le viene bien para estar ocupado y tener algunas obligaciones. Los lunes viene a la parroquia y limpia el patio con una delicadeza que para sí quisieran muchos jardineros profesionales. El otro día empezó tirar de las partes secas de la enredadera y acabó recortándola por completo. Cuando termina su tarea nos tomamos un café juntos y aprovechamos para charlar un rato. Con su historia se podrían hacer algunas teleseries y aun daría para varias secuelas. Normalmente, cuando llega, se sienta en algún banco del fondo de la iglesia y reza tapando con las manos su redonda cara.

Son los Josés, las Marías, los sencillos, los que sólo tienen historias que contar y corazones en reparación, los que nos han traído al Dios con nosotros. Jesús, cuando nació, pensaba en José. Desde entonces ya le amaba y arropaba sus sueños mucho antes de que él le rezase en un pequeño banco en el fondo de la Iglesia. Y mientras José cuida de su jardín y, hasta en ocasiones, toman café juntos.