jueves, 1 de abril de 2021

EN PATERA

 Estos días se recuperan muchas imágenes y símbolos religiosos: Vírgenes con lágrimas que ruedan por sus mejillas; Cristos coronados de espinas y con vestiduras moradas; Imágenes yacentes con gestos doloridos; Pasos que describen, en el fondo, una historia de amor. Recuerdo cuando era niño que mis padres me llevaron alguna vez por el centro a alguna procesión. Se me quedó clavada en la retina la imagen de los nazarenos con sus capirotes, los pies descalzos al unísono, sentí algo parecido al estupor y al miedo. Hoy esas instantáneas de la Semana Santa, que no procesionarán por culpa de la pandemia, se hacen pasos vivos en muchos lugares del mundo. Pateras de espinas para personas que se agolpan en las fronteras de África o de Latinoamérica o en muros levantados por el miedo y el rencor. Lágrimas por la mejilla de muchas madres, algunas embarazadas, que ven como su esperanza se tambalea al ritmo de una olas que tan pronto son condición de posibilidad como amenaza de muerte. Cristos despojados de sus ropas, de su dignidad, con esa mirada agónica que tan extraordinariamente recogieron nuestros imagineros a lo largo de la historia. Estos días podremos contemplar en silencio la procesión del dolor, del escarnio, del juego en el tablero con fichas de piel y nombre propio. Ojalá nuestros templos sean puerta, hogar, casa común. Ojalá nuestra Iglesia sepa mirar a los ojos de estos “nazarenos” con la ternura y la devoción que mira a esas imágenes de madera o de escayola. Será signo de que llega la primavera, de que Cristo está cerca, de que la luz vuelve a brillar y de que Jesús ha resucitado. Movamos la piedra.






1 comentario:

  1. Creo que Jesús dijo algo de hacer el bien para con el menor de los nuestros y esos peregrinos de la escasez económica son la imagen de lo desamparado. Espero que tenga la ocasión de extenderles la mano y que mi miedo e ignorancia no me lo impida.

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