martes, 5 de enero de 2021

VACACIONES EN ROMA

A partir del título, me parece que los lectores de estas líneas se van a dividir en tres: los que envidian la suerte de quien puede coger vacaciones en Roma en pleno curso; los que piensen que menudo disparate viajar a Italia corriendo el riesgo de pillar el coronavirus y los que han asociado el título con aquella película de los años 50 con Audrey Hepburn y Gregory Peck de protagonistas, montados en Vespa por las calles de Roma. Imagino que los de este último grupo no son muchos, pero aciertan con lo que quiero contar hoy. Hace justo un año que pasé unos días en Roma acompañando un retiro del grupo internacional de hermanas jóvenes que se preparaban a la profesión perpetua y, como me sobraba tiempo, estuve visitando casas que eran antes de mi congregación y que han pasado ya a otras manos. Fui a la antigua casa madre, un caserón rodeado de un inmenso parque en una zona señorial: ahora pertenece a la universidad de Roma. Luego fui a la Trinidad del Monte, con sus torres majestuosas dominando las escalinatas que arrancan de la Plaza de España: es una propiedad del gobierno francés que habitamos nosotras durante un siglo pero que, al no poder ya hacernos cargo de ella, ha pasado a la comunidad del Emmanuel. Por el camino me comí un trozo de pizza en un puesto de la calle y acabé mi periplo en nuestra vieja casa del Trastévere que es ya la única que tenemos en Roma, bastante desportillada y necesitada de arreglos. Y al llegar allí, tuve visitas: llegó Madame Grandeur confesando con humildad que su tiempo había pasado y que retiraba a un balneario; llegaron también Mademoiselle Petitesse, acompañada de su prima hermana, la Srta. Disminución: traían maletas, anunciando una visita de larga duración. Como era de esperar, asomaron también las narices otros visitantes indeseables: Mari-ay-que-pena y Mari-ay-que-lástima, agarradas del brazo de Don Hilarión el Nostálgico, como en la verbena de la Paloma. Intentaron liarme con sus lamentos pero, en vista de que no hacía caso, se retiraron por el foro. Llegó también la pareja protagonista de la película, trayéndome de regalo un soplo de frescura y de libertad y por la tarde, al encontrarme en la oración con el pequeño grupo de hermanas (9 ahora, 60 en mi tiempo…), agradecí en secreto y en su nombre la posibilidad que tienen hoy de vivir ligeras de equipaje. A través de decisiones costosas, discutidas y discutibles, de ensayos y errores y de aceptación de los cambios que va imponiendo la vida, se va haciendo posible el dejarles como herencia lo más vivo del carisma, sin obligarlas a vivir mirando atrás, sin agobiarlas con la carga de sostener unos edificios y unas obras que sirvieron en otra época, pero que hoy son inviables. Ellas no lo sabían, pero yo las estaba viendo transitar ágiles y libres por la vida. Como si fueran en Vespa. Dolores Aleixandre RSCJ

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